martes, 2 de enero de 2018

2018



Soy hombre, blanco, heterosexual, de edad cercana a los 40 (puta mierda), tengo trabajo (más o menos), y vivo en un barrio buenecito de una ciudad buenecita de un país buenecito europeo. Formo parte, sin haber hecho nada, simplemente siendo lo que he expuesto anteriormente, de todos los grupos dominantes de la sociedad y la opinión pública, de lo que ha sido así siempre. Lo he tenido o tengo todo más fácil, si es que se puede decir que mi vida está siendo fácil, que una mujer, un negro o mestizo o gitano, un gay o lesbiana o bisexual o transexual, un joven recién licenciado o un abuelete recién jubilado,  un parado, un residente en las Tres Mil Viviendas, o en Djené, o en Siria.  Y sueño con un futuro en el que ni los hombres, ni los blancos, ni los heterosexuales, ni los cuarentones, ni los trabajadores, ni los de barrio, ciudad y/o país buenecito sean los que siempre digamos cómo tienen que ser las cosas y cómo tiene que actuar la gente.

Nada, quería decirlo. Que el futuro de las ideas y comportamientos sea mujer y mestizo y variopinto y solidario a los que no disfrutan de nuestras comodidades. Que no exista la normalidad. Ese es mi deseo.


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