jueves, 22 de septiembre de 2016

Palabras





Contarás que el viaje fue estupendo, que lo hiciste a lugares increíbles, hermosos, difíciles, utilizarás palabras que en tu país conocen, dirás playa, montaña, ciudad, pueblo, hostal, habitación, cama, autobús, furgoneta, tuc-tuc, dirás que había niños, mujeres, hombres y personas mayores, contarás las arrugas que algunos tienen, dirás que has conocido la vejez como nunca la habías visto, pero siempre te quedará la sensación de que ninguna de esas palabras logrará transmitir en su totalidad lo que experimentaste, pues no viste nada igual a esa playa, ningún autobús de los que en España se cogen se parece a un yipny, no concebirías montarte en una furgoneta como esa en las calles de tu ciudad, no catalogarías a muchos de los sitios en los que te has quedado como hotel u hostal, no podrías explicar cómo han sido los bares y restaurantes donde has bebido o comido porque ninguno reuniría las condiciones para lo que aquí llamamos de ese modo. No podrías explicar lo que supuso darle la mano a esa viejecita que pareciera tener mil años y ser la viva imagen de la debilidad. Te costaría explicar, y a los oyentes siquiera imaginar, que en una farmacia el que atiende está tumbado en el suelo de su negocio, o en la misma barra en la que te pone los medicamentos, que en el mercado la carne está colgada y llena de moscas y el tendero está sentado junto a la comida que expone, y que la mezcla de olores es indescriptible, que los autobuses paran en cualquier sitio, que hacen un ruido brutal, que parece que tosen, de tan viejos que están y de tanta polución que sueltan por sus tubos de escape, que el peatón es el último en derecho a atravesar una calle. No podrías trasladar la sensación de cruzar una frontera terrestre en cualquier país de Centroamérica, los tejemanejes a los que te ves expuesto entre aperturas de maleta, entregas de pasaporte, cambios de moneda y miradas sospechosas de gente que nunca pensarías que lleva buenas intenciones. No se creerían que has estado en un “bar” indio en el que los parroquianos hacían sus necesidades (las líquidas, menos mal que las sólidas al menos no mientras yo estuve) debajo de la mesa en la que estaban sentados, nadie podría imaginar que puedes llegar a una isla filipina en la que en cualquier esquina, a pleno día, y con cualquier edad, hombres, mujeres, transexuales, y hasta niños o niñas, cada dos pasos te pregunten con la misma naturalidad si quieres bucear o si quieres sexo. No podrías explicar lo que se siente cuando en Marrakech después de ser conducido a ver las curtidurías por un transeúnte que decía y repetía que lo hacía por amor al arte, te encuentras en una encerrona con diez marroquíes diciéndote que o les pagas o tendrás problemas. Y tantas, y tantas, y tantas otras cosas mas…



Viajar a países que se salen de tu zona de confort te obliga a la vuelta a dar por hecho que te resultará imposible, por medio de las palabras, explicar a cualquier interesado que no haya estado allí lo que has experimentado, porque hay mundos tan distintos, tanto en su belleza como en su exotismo, dificultad, injusticia, peligrosidad e incluso surrealismo, que no encontrarás en todo el diccionario de la lengua española los significados que realmente buscas.   




2 comentarios:

  1. Muy identificada Edu.
    Como siempre muy bueno.
    Un abrazo

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    1. Muchas gracias Aida, otro abrazo de vuelta!

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