miércoles, 23 de marzo de 2016

Imagina




Imagina que Europa no participase en la fabricación de armas, y por tanto que no vendiesen éstas a los países del sur. Imagina que los países ricos no estableciesen en los países pobres sus fábricas de producción, aprovechando la facilidad de ofrecer las condiciones laborales de horario, sueldo y calendario que no se atreverían ni siquiera a plantear en nuestros países (al menos por ahora). Imagina que aceptásemos la entrada de todas las personas que por cualquier razón lo estuviesen pasando mal en sus países de origen, o sufriesen persecución, acoso, asesinatos, hambre, cualquier motivo que no deseásemos para nosotros ni nuestras familias. Sigue imaginando más allá, haz un esfuerzo, y piensa en que fuésemos los primeros en romper nuestras fronteras, en tirarlas, tal y como ese día de 1989 tiraron el muro de Berlín. Imagina que invirtiésemos  de verdad en desarrollar una tecnología basada en energías renovables, y que no dependiésemos del petróleo con el cual hacemos ricos a unos pocos privilegiados de los países productores de oro negro. Imagina a esos pocos privilegiados sin la disponibilidad de nuestro dinero, y sin la posibilidad, por tanto, de comprar armas y establecer y permitir mediante el terror y la opresión a sus ciudadanos las condiciones lamentables de trabajo que crean las espectaculares diferencias de condiciones de vida entre nuestros mundos y los suyos. ¿No te sentirías orgulloso de pertenecer a una potencia que promoviera todo eso?

Imagina que, en ese contexto, existiesen atentados terroristas de esos países dirigidos hacia Europa. ¿No sería tremendamente injusto e inexplicable? 

Una vez llegado a este punto, el lector debe detener bruscamente su imaginación, y observar la realidad. Busque las siete diferencias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comenta, no te lo quedes dentro.