lunes, 4 de noviembre de 2013

La Maya


Estoy cansado después de dar vueltas por todo el mercado de Chichi, como se conoce a la ciudad de Chichicastenango, un lugar impresionante donde multitud de guatemaltecos se encuentran para comprar, vender o intercambiar principalmente productos  de artesanía y textil. Es un lugar donde puedes encontrar todas aquellas cosas que podrías llevar de recuerdo a tus familiares y amigos. Para mí acaba resultando todo eso hermoso, una increíble muestra  de la pericia de estas gentes en el manejo de los diferentes materiales, pero a la vez vacío, pues lo que me gustaría llevarme no lo encuentro en ningún puestecino. La sencillez de estas personas no la venden en ningún tarro, ni la humildad, ni el tremendo espíritu de trabajo y sacrificio. Mientras me siento en un lugar apartado, con la cámara en la mano, como si lo que tuviese delante fuese una película, me asombro de lo fácil que parece la vida aquí, y de lo difícil que realmente será, y pienso en lo difícil que parece la vida en mi país, y lo fácil que realmente es. Veo a una madre con su hija a la espalda, aguantada simplemente con un cacho de tela, estableciendo un vínculo entre las dos que durará eternamente, la madre sintiendo a su hija, la hija sintiendo a su madre. Veo cómo esa niña me mira fijamente, altiva, desafiante, veo cómo sus ojos reflejan la  inocencia pero también la sabiduría de la experiencia, como si ella fuese transmisora de los conocimientos que los antiguos mayas pasaron de generación en generación. Y me dice, con esa mirada, que siga viendo, que siga mirando a todos los que pasan, a lo que llevan encima, a cómo visten, qué es lo que cargan, cuáles son sus necesidades, de qué hablan, cuáles son sus preocupaciones, y que lo cuente, que no me lo calle, que cuando llegue a mi país diga que la vida puede ser más simple y más entretenida, que la vida puede ser maravillosa, que existen lugares en el mundo donde todo es más sencillo, donde, por ejemplo, una madre puede ir andando y llevando a una niña simplemente agarrada con un pañuelo, sin mayores medidas de seguridad, sin necesidad de cargar un coche entero de cosas “porsiacaso”.
 
 

5 comentarios:

  1. Palabras que trasladan a uno al lugar de los hechos. Precioso

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  2. Sencillamente emocionante.

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  3. Ese la vida puede ser maravillosa me suena...
    Solo darte animos y merecidas alabanzas no solo por lo que escribes sino por la valentia de intentar hacer algo diferente. Algo por lo que luchar.

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  4. Ojala tus palabras lleguen lejos....razón tienes en todo lo que cuentas...Precioso

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