viernes, 15 de noviembre de 2013

La "Playa"


Tú irás a la playa, y pensarás que lo has visto todo. Has visto al vendedor que grita “llevo la serveza, la fanta, la coca cola, el aguaaaaa”, has visto a algún hombre con el bañador a la altura de los sobacos, alguna mujer con una pinta excepcional, te han dado algún balonazo unos jóvenes jugando al futbol, o lo has dado tu a alguna señora que pasaba por allí, te han puesto una sombrilla a poco menos de un metro de distancia, y probablemente una toalla a menos de diez centímetros de la tuya, has comido un bocadillo con arena de playa, has pensado morir de sed porque se te acabó la botella de agua que llevabas en la mochila, creíste ahogarte en el agua cuando te pilló esa ola gigante siendo  chico, has llegado a la boya, y has vuelto, has visto playas vírgenes solitarias y playas abarrotadas con rascacielos, te has bañado con bañador, y sin él, has sentido el levante, el poniente, el viento del sur y el del norte, has sentido calor y frío, mucho y poco de ello, te has bañado en verano gustosamente y en invierno por cojones, has cargado una  sombrilla, nevera, silla, mesa, el escrabble, hasta has comido un potaje en la playa, con su olla a presión y todo. Pero de repente llegas a un lugar que parece una playa a pesar que sabes que es un lago, el Cocibolca, más conocido por nosotros como el Lago Nicaragua, y ves algo que no habías visto antes, a gente llegar en coches cargados hasta las trancas y aparcarlos en la arena, en la misma orilla. Y por el calor que tienes decides darte un baño, tu primer baño allí, y sientes algo que no habías sentido antes, te metes en el agua viendo las olas, sintiendo que estás en una playa normal, y cuando te sumerges y buceas, notas en los labios que el sabor del agua no es salada, como esperaba tu cuerpo recibir, sino dulce. Antes de salir de nuevo a la superficie parece que estás en una piscina, que cosa más extraña, pero claro, es un lago de agua dulce, ¿qué es lo que esperabas? Y cuando sales del agua, cuando pones rumbo a la orilla de nuevo y echas la vista atrás, piensas en que lo que es no tiene nada que ver con lo que parece ser. Y cuando coges la toalla y te secas, mientras sigues mirando hacia el agua, reflexionas, ¿será así todo en la vida? Y un consejo que me dieron cuando era niño vuelve a tomar forma en mi cerebro en ese mismo momento: nunca te guíes por las apariencias.
 

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