jueves, 10 de octubre de 2013

La presidenta


Pongo el pie en tierra, tras bajar de una “pinaza”, como llaman aquí a estas barquitas pequeñas, y nada más hacerlo, una cantidad ingente de niños se nos acerca. Vienen a saludarnos, “bonjour!” gritan desde lo lejos, “bonjour!” como si les fuese la vida en ello, “cadeaux, cadeaux”, quieren que le demos un regalo. El paisaje es incomparable, el río Níger lo dejo atrás, silencioso, sin grandes corrientes, pensativo, expectante. Delante de mí tengo el horizonte infinito, precedido por este pueblito, Segoukoro. Me siento una persona famosa, un actor de Hollywood, un deportista de élite, que atrae a las masas, solo que con el único mérito de haber nacido blanco, de ser un  viajero en Malí, alguien que viene de fuera, que es a donde precisamente muchos adultos de este poblado anhelan llegar. Piso calles de tierra, veo casas de adobe, mujeres bellísimas vestidas con telas de colores imposibles que les quedan perfectas, niños con caras de alegría e ilusión, con caras de preguntarse ¿Quién es este tipo que no tiene la piel como yo? ¿Por qué ha venido hasta aquí? Miro a un lado y me entra rabia, ¿por qué yo puedo venir aquí con total facilidad, y ellos no pueden venir a España? ¿Qué diferencia hay entre nosotros? ¿Por qué esta niña no para de mirarme? ¿Por qué su imagen ha quedado grabada en mi cabeza para siempre? ¿Por qué el mundo no lo dominan los niños? ¿Por qué esta niña no es la presidenta? ¿Por qué?

2 comentarios:

  1. me gusta lo que escribes:descalcito y sin sandalias sin vestido k ponerte y sin PAGA EXTRAORDINARIA JEJE

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